La solución

No me cuadran las cuentas. No le cuadran a nadie que yo conozca. Pero nuestros Padres adoptivos de turno, esos que la absoluta mayoría eligió para tutelarnos a todos, dicen que las cuentas tienen que cuadrar aunque cientos de miles mueran pobres o se mueran de pobres. Hay que cuadrar las cuentas antes de empezar a comer, a dormir, a respirar. Es la orden inflexible de unos Padres severos que quieren rescatarnos del abismo al que nos precipitó nuestra insensatez, imponiendo correctivos terribles, pero necesarios. ¿Cómo juzgarles mal si lo hacen todo por nuestro propio bien?

Pero no nos cuadran las cuentas. No nos van a cuadrar por más castigos que nos impongan porque las cuentas no han cuadrado nunca ni cuadrarán jamás. Hay quien come con los ojos fijos en su plato y la atención en su estómago. Puede que estos sean mayoría. Pero hay otros que comen casi sin darse cuenta, con los ojos vagando por el aire mientras su imaginación va creando platos, cubiertos, comedores, casas, mundos diferentes. Ni una sola de esas creaciones habría pasado de la imaginación a la realidad si quienes las soñaban se hubiesen exigido cuadrar sus cuentas antes de emprender la aventura de materializar sus sueños. ¿Dónde estaríamos todos si alguien no hubiera dejado de cazar por un tiempo para dar forma a un utensilio que facilitara la caza; a una herramienta que permitiera la siembra; a una pared capaz de soportar un techo; a una máquina para producir productos en serie; a un vehículo más fuerte que un animal de tiro; a un aparato que nos permitiera hablar con otros a distancia; a una red por donde las palabras pudieran circular libremente por el mundo burlando todas las murallas? A ese alguien jamás le cuadraron ni le cuadrarán las cuentas porque nadie puede crear ni mejorar nada si no se atreve a buscar y gastar más de lo que tiene en su propio plato.

Eso lo sabemos todos. Entonces, ¿por qué no nos dejan nuestros Padres seguir soñando y creando? ¿Por qué quieren quitarnos todo lo que tenemos para que nada nos distraiga de las cuentas que tenemos que hacer para no llevar a nuestros platos ni un garbanzo más del que las cuentas nos permiten?

Hubo una vez en que los siervos trabajaban y callaban sin incordiar a los señores  y los señores, a cambio de que les dejaran vivir como les diera su real gana, protegían a los siervos de terribles peligros y  hasta de la angustia que podría ocasionarles saber de qué peligros les estaban protegiendo. El mundo era un lugar ordenado, seguro, predecible, donde cada cual se conformaba con el predio que le había tocado en suerte; donde cada cual era libre de trabajar lo mandado y meterse en su casa sin temor a las tinieblas exteriores. Pero un día la libertad empezó a crecer y siguió creciendo y creciendo hasta adquirir proporciones monstruosas. Los siervos la utilizaron para querer igualarse a los señores; las mujeres, para querer igualarse a los hombres; los homosexuales, para exigir los mismos derechos de los que no lo eran o no lo parecían; los incapacitados, para exigir las mismas oportunidades que tenían los capaces. Los hijos, en el como de la ingratitud, llegaron a exigir a los Padres gobernantes que gobernaran bien y hasta a amenazarles con castigos si no lo hacían. Y fue el caos.

Ante la inminente destrucción del mundo, los Padres gobernantes se reunieron con los Señores del dinero en busca de una solución. Y la encontraron. Hay que cuadrar las cuentas, dijeron.  Nada de educación, nada de médicos, nada de nada gratuito. Quien quiera algún servicio, que lo pague; que lo pague quien lo pueda pagar; que quien no pueda,  no gaste. Demos a cada cual lo que le corresponda. Lo justo y necesario es que más gane quien ofrece el  empleo y que aquellos que ya tienen el privilegio de poder trabajar reciban lo que precisan para cubrir sus necesidades básicas: techo, ropa y comida. ¿Para qué quieren más?  Que vuelvan las mujeres a sus casas a cuidar de sus hijos. Que vuelvan los homosexuales a la discreción de toda la vida desahogándose en secreto si no pueden evitarlo, pobrecillos, pero casándose y procreando como el orden lo exige. Que vuelva la gloriosa hipocresía que llenaba las iglesias y las calles de familias  pulcras y felices los domingos y fiestas de guardar.  Alguien preguntó. «¿Pero aceptarán los hombres y mujeres de hoy volver a una servidumbre que creían superada?» El Gran Padre respondió con una sonrisa indulgente. «Por supuesto que lo aceptarán. ¿No recordáis como era el mundo  antes del gran caos? Los siervos trabajaban y callaban sin incordiar a los señores  porque sólo los señores podían protegerles de terribles peligros y  hasta de la angustia que podría ocasionarles saber de qué peligros les estaban protegiendo.  El único garante del orden es el miedo.»

Todos los asistentes a la cumbre sonrieron satisfechos cuando el Gran Padre se enfrentó a la  multitud y anunció la hecatombe que se avecinaba con el rostro sombrío y la voz agorera. «Pero podemos evitarla», dijo. «Si todos aceptamos lo que nos quieran pagar y no gastamos más de lo que tenemos. Si nos ponemos todos a cuadrar nuestras cuentas.»

Pero las cuentas no han cuadrado nunca ni cuadrarán jamás. Dice la historia que antes de que llegara el fin del mundo que vaticinaba, la multitud mandó al Gran Padre a su casa y puso a otro que, por malo que fuera, ya no podría ser peor.

Moraleja: No es cierto que el miedo sea omnipotente. Al miedo le puede la imaginación.

9 comentarios sobre “La solución

  1. Dejas un texto profundo de reflexion, en donde «no encuadran» las teorias economicas del recurso disponible, porque no lo dejan llegar; esto en aras de complacer principios ajenos y extranos a una realidad… que debe fundamentalmente cuidar a su ciudadania…

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  2. !! Enhorabuena María !! es un placer volver a leerte. No solo tienes toda la razón, sino que la expresas maravillosamente bien. El miedo, María..la cantidad de barbaridades que se ha consentido jugando con el miedo de muchos..pero como bien dices…no lo puede todo, ¿quién pondrá su imaginación para arreglar lo que a muchos no les interesa?. Un abrazo grande y !! ánimo !!

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  3. Reblogueó esto en VEOVEOy comentado:

    Escribí esta entrada en febrero de 2012. Nadie podía imaginar que los que mandan se atrevieran a todo lo que se han atrevido y que una población molida a palos no tuviera el valor de corregirlos.

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  4. El miedo está cambiando de bando por algo muy simple y al alcance de todos, porque hemos entendido que debemos hacerles frente. Todos. Gracias María. Es muy esclarecedor tu escrito

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